Los efectos de la inteligencia artificial en la comunicación
En las últimas semanas, ha sido noticia el ChatGPT, una tecnología disruptiva llamada a marcar un antes y un después, que llega para revolucionar gran parte de los procesos comunicativos con sus pros y sus contras. En una definición rápida y sencilla, se trata de un sistema que a través de la inteligencia artificial es capaz de responder a preguntas de cualquier temática y generar textos de manera similar a cómo podría hacerlo también un humano. Parece simple, ¿no?
Si bien los chatbots existen desde hace muchos años, estamos ante una evolución importante por su precisión a la hora de responder a preguntas. Sus algoritmos de aprendizaje automático le permiten comprender el lenguaje natural y generar respuestas coherentes y relevantes, yendo más allá de los asistentes virtuales más conocidos hasta ahora como Siri de Apple, Alexa de Amazon, Cortana de Microsoft o Google Assistant: a medida que recibe más preguntas, el ChatGPT se entrena más y así ofrece cada vez mejores respuestas.
Eso sí, todavía le queda camino por recorrer: en una ocasión le pidieron a una IA que recreara “un salmón bajando por el río”. Con los datos de que disponía recreó la imagen, pero en vez del pez entero salían varios cortes de salmón navegando por las aguas, como si alguien hubiera tirado la comida. Como una imagen vale más que mil palabras, y esta es digna de ver, la encontraréis al final del artículo.
¿Y cómo puede afectar al ChatGPT a la comunicación? Una rápida respuesta, como suele suceder con cualquier avance tecnológico en robótica o inteligencia artificial, es pensar que va a reemplazar el trabajo de las personas. De hecho, si se realiza una búsqueda, encontraremos vídeos de cómo el ChatGPT puede generar un año de contenido para redes sociales sin mucho esfuerzo y en un breve plazo de tiempo. Pero si todos hiciéramos lo mismo, al final las redes se llenarían de repeticiones y frases de moda. Es decir, se perdería la creatividad, la innovación y la empatía. En definitiva, el factor humano.
Donde puede ayudar y aportar importantes beneficios, aumentando la eficiencia y la productividad, es como herramienta de ayuda para tareas más mecánicas, automatizando procesos repetitivos. Por ejemplo, redactar un informe, la respuesta a un concepto general, generar una lista completa de posibles preguntas para una entrevista o, siguiendo el caso anterior, servir de base para la generación de contenido para redes sociales. Sin embargo, después de este proceso será fundamental que una persona revise, verifique y adapte este contenido para dar un toque humano y respetar el tono de la marca y del cliente.
Por tanto, estamos ante uno de los mayores avances tecnológicos en inteligencia artificial de los últimos años, pero no debe convertirse en un peligro para la comunicación. De hecho, deberíamos dejar atrás el concepto de lucha contra la máquina para centrarnos en la lucha con la máquina: trabajar juntos para encontrar formas de utilizar la tecnología que nos beneficie a todos. Por ejemplo, en la redacción de un post en el blog como este. De hecho, este podría ser un ejemplo de colaboración, usando el ChatGPT en la redacción de un borrador para después darle el toque personal, que es lo que acaba dando el verdadero valor añadido a la comunicación.