La responsabilidad social del oficio de periodista (V)

Josep Puigbó
12 de septiembre de 2016

Quiero cerrar esta serie de posts, subrayando dónde hacen hincapié los códigos éticos y dónde la responsabilidad social del oficio de periodista se tiene que tener más clara. La mayoría coinciden que en las catástrofes y las tragedias humanitarias, en la inmigración, en el terrorismo, la información de tribunales, la violencia de género o la discapacidad, para poner algunos de los ejemplos más destacados. 

Un estudio publicado ya hace años resumía los diez aspectos básicos que se aprecian en casi todos los documentos éticos elaborados hasta hoy que pautan la actividad de los medios y de los periodistas: 

1º.- El reconocimiento de la importancia actual de los medios y de su influencia, hasta el punto que se han convertido en un elemento configurador fundamental de nuestras sociedades. Esto ha hecho que sus funciones se hayan ampliado y que su influencia se sienta en nuevos problemas y ámbitos. Esto plantea y reclama una exigencia ética de mayor responsabilidad en su actuación.

2.º La toma de conciencia del enorme impacto negativo que puede generar un funcionamiento inapropiado de los medios. No se les puede hacer responsables a los medios de los problemas, pero un uso inadecuado puede aumentar, agravar o dificultar la solución de estos problemas. 

3.º La apelación al ideal de responsabilidad social de los medios. Aquí se apunta justamente lo contrario: al reconocimiento del papel positivo que los medios pueden desarrollar en la solución de los mismos problemas sociales que se plantean. 

4.º La compatibilidad con la libertad de expresión, tanto de los medios como de los periodistas. Ninguno de los documentos a los que hago referencia se plantea, en absoluto, ejercer ningún tipo de censura ni de límite a la libertad de expresión. La censura parte de la instrumentalización de la comunicación para servir a una finalidad que no tiene nada que ver con esta comunicación, con sus valores o sus fines.

5.º El reconocimiento del contexto exigente y complejo del trabajo actual en los medios, desde las exigencias competitivas derivadas de su carácter empresarial hasta los efectos distorsionadores de ciertas rutinas productivas como por ejemplo la velocidad, la falta de tiempo o la necesidad de síntesis. Si está claro que el periodismo quiere contribuir a hacer un mundo mejor, uno de los primeros retos consiste en mejorar su propia dinámica. De aquí, la preocupación para mejorar las propias condiciones en que se realiza el periodismo, su especialización, la importancia de la formación permanente, etc...

6.º La crítica del ideal de neutralidad periodística. El ideal de neutralidad ha dominado el planteamiento normativo del periodismo durante mucho tiempo. Es lógico que este ideal se cuestione, cuando hace referencia a problemas muy graves de la sociedad, con las evidentes consecuencias negativas por parte de quen los sufren: sufrimiento, dolor, injusticia, etc... Cómo apunta alguno de los documentos, no cabe la neutralidad entre asesino y víctima o ante quien sufre. En estos casos, romper con el ideal de neutralidad no significa caer en el subjetivismo, la parcialidad o la militancia partidista. La neutralidad tiene, aquí, el sentido del compromiso.

7.º El reforzamiento del ideal de compromiso ético del periodista. Es decir, es trabajo de todos, también de los periodistas y de los medios, comprometerse a resolver los graves problemas sociales que sufrimos. Medios y periodistas tenemos que recuperar un ideal medio perdido o debilidad de compromiso con la mejora de la sociedad, teniendo en cuenta que éste, no es un compromiso político ni ideológico, sino ético. Y no de ética general -que también- sino, sobre todo, de ética de la comunicación: la verdad, el rigor, la objetividad, la pluralidad, la comprobación...

8.º La promoción de un periodismo de soluciones. Estos documentos éticos tratan de problemas graves de nuestra sociedad como el terrorismo, la violencia, la imagen de la discapacidad o de la pobreza. Es evidente que no está en manos de los medios solucionar estos problemas. Pero sí que hay que esperar de ellos, y de los periodistas, una importante contribución a su solución. Una buena información es, de entrada, un aspecto necesario para hacer bien otras muchas cosas. Ante el drama fácil o el episodio trágico, tanto presentes hoy a los medios, hay que practicar un periodismo más atento a un adecuado tratamiento de los problemas y a su contexto que facilite una mejor comprensión del público en general.

9.º La promoción de un periodismo mobilizador. Es decir, un periodismo capaz de impulsar a sus destinatarios a adoptar un rol más activo ante los problemas. No se trata de que este periodismo mobilizador tenga que servir para todos los contenidos informativos, formatos y géneros, sino más bien como una práctica ante determinados problemas puntuales. Tampoco se trata de decir al público lo que tiene que hacer, practicando un periodismo paternalista o militante. Se trata, nuevamente, de informar con rigor, verdad y justicia porque la información genere un buen estado de ánimo entre la población que la pueda motivar a emprender acciones positivas.

10.º La promoción de un periodismo de servicio. No hay mejor manera de favorecer un periodismo mobilizador que dando información que sea útil para el público afectado o para cualquier persona que se sienta implicada en un problema. Es decir, ser capaces de promover un tipo de periodismo en que la información genérica se acompañe, siempre que sea posible, de otras informaciones, indicaciones y datos que puedan ayudar al público a actuar por él mismo en relación a cada uno de estos problemas.

Acabo. Y quiero hacerlo advirtiendo que, en ninguna de estas reflexiones que he querido compartir, he pretendido pontificar sobre los aspectos tratados. Incluso, podría estar de acuerdo con quien piense lo contrario de algún punto que he defendido con cierta vehemencia. Puedo estar de acuerdo, eso sí, siempre y cuando no se pongan en juicio el trabajo bien hecho, la voluntad de servicio, la ética, la honestidad y el reconocimiento hacia uno de los oficios más bellos y más viejos del mundo.

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